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El mes del orgullo en la mente de las empresas. Marcelo Bielsa. Karen Díaz. La hipocresía de Elon Musk. Napoleón Bonaparte. Y NYC se queda sin teléfonos públicos.
¿Qué onda? Bien, ¿y ustedes?
A veces lo mejor es ni siquiera decir que ya empezamos.
Enumeración al azar de bits que flotan en la red
Ah, junio, el mes del orgullo y la diversidad. También el mes en el que “las marcas”, las dependencias de gobierno y quien se les ocurra aprovechan para utilizar la bandera del arcoiris en sus campañas de marketing.
Nuestros amigos de Popular Information publicaron una lista de las 25 compañías que, mientras presumían su banderita multicolor y su apoyo a la comunidad LGBTQ+ en el discurso, financiaron sin pudor, es decir, con dinero, a políticos –y legislación– anti-gay:
Seguramente conocen varias: Walmart, Toyota, Ford, Amazon, Home Depot, Johnson & Johnson, American Express, Dell…
Y, hablando de corporaciones: Elon Musk, o el idiota en jefe de Tesla, para que lo identifiquen –el wey que quiere comprar Twitter, me chiflan del público– es un gran crítico de los subsidios gubernamentales. Sin embargo, sus empresas aman recibir dinero público. Ajá, la hipotenusa hipocresía. Un reportaje de Grid revela las cifras:
“Tesla y SpaceX han recibido más de 7 mil millones de dólares en contratos gubernamentales y miles de millones más en exenciones fiscales [es decir, sin pagar impuestos] y otro tipo de subsidios”, explica el texto.
El reportaje incluso revela que SpaceX, que ahora quiere colonizar Marte y otras idioteces dignas del ego de Musk, quizá no habría sobrevivido sus primeros años de pruebas espaciales sin el contrato que la NASA le dio por 1.6 mil millones de dólares para reabastecer la Estación Espacial Internacional, incluso cuando los primeros intentos de la compañía de Elon habían fracasado contundentemente en llevar sus cohetes a la atmósfera terrícola.
Tengan cuidado con sus ídolos y ejemplos: usualmente no todo lo que publicitan es necesariamente (casi nunca, de hecho) verdad. Es más, seguramente ocurrió muy diferente a como se los escuchamos presumir.
Para sacarse el mal sabor de boca, lean la historia de Karen Díaz, la mujer árbitra de fútbol que irá al Mundial de Catar 2022 en representación de México, en este caso como juez de línea.
Mi querido Diego Mancera escribe su historia en El País. Los hombres que la insultaban sin parar en los partidos amateur, que la hacían llorar con sus palabras, tendrán que ver el Mundial desde sus casas. ¿Ella? Ella va a estar en el verde césped.
Werner Herzog, uno de los mejores directores de cine vivos, y el autor de varios de mis documentales favoritos –no se pierdan Lo and Behold, sobre la historia del internet– cuenta en The New Yorker cuando viajó a Japón y, en lugar de conocer al Emperador, decidió entrevistarse con Hiroo Onoda.
Seguramente el nombre no les suene, pero Onoda es aquel militar japonés que se quedó varado en una isla del Pacífico durante la II Guerra Mundial y, hasta varias décadas después, en 1974, supo que su país había perdido el conflicto bélico: él seguía escondido en las montañas, resistiendo mientras su país firmaba la rendición ante Estados Unidos, sin tener noticia de todo lo que había pasado hacía tantos años ya. El último soldado de un ejército fantasma, el último seguidor leal de Hiroito. Ahora, Herzog publica una novela con Onoda como protagonista.
Nicolás Medina Mora, editor de la revista mexicana Nexos, armó un cut-up (acá la definición para los que no saben de qué se trata) de la Suave Patria de López Velarde:
¿Sabían que Haití fue el primer país en América Latina en independizarse? Fue en 1804 y en el continente sólo lo antecedió Estados Unidos. ¿Qué ocurrió y por qué hoy es uno de los peores países del mundo? Una explicación de raíz: los franceses, sus conquistadores y quienes los esclavizaron, obligaron a los caribeños a pagarles dinero (“reparaciones”) por haber declarado su independencia y quitarles esclavos. Sí, exacto.
Mucho, mucho dinero. Tanto, que hoy en día –y desde siempre– Haití está en bancarrota, asolado por aquella deuda original con el Banco francés. El tremendo reportaje –seguramente ganará el Pulitzer– es de Catherine Porter, Constant Méheut, Matt Apuzzo y Selam Gebrekidan para el New York Times.
[Posdata. el Times también reveló cómo el banco que hoy conocemos como Citigroup forzó a EU a ocupar Haití y expoliarles todo el dinero que aún tenían. De nuevo, una potencia llevándose todo y dejando tras de sí miseria, pobreza, subdesarrollo y mucho dolor.]
En Manhattan, sobre la Séptima Avenida, cerca de Times Square, retiraron el último teléfono público que funcionaba en toda la ciudad Nueva York. El fin de una era, cronica Gothamist:
El nerd (?) de Ethan Arsht compiló un montón de data histórica sobre los mejores estrategas de la historia. Su conclusión, un poco obvia, no deja de llamar la atención: Napoleón Bonaparte habría sido el mejor general de todos los tiempos. Acá se puede consultar su estudio.
Para mis amigos más raros (?): Ezra Klein argumenta –muy bien, la verdad– por qué el fin del mundo que vivimos no es motivo suficiente para no tener hijos si quieres tenerlos.
Y un hilo de Twitter por Alberto Egea segura sobre la importancia en el fútbol de Marcelo Bielsa —mi entrenador favorito por lejos y uno de mis faros:
«El modelo de juego de Bielsa es una exaltación de lo colectivo. Es el “uno para todos” en ataque y en defensa. Sin privilegios. Es el fútbol del pueblo, el del equipo sin estrellas: conocimiento y esfuerzo solidario. Y la identificación del hincha con ese estilo es automática.
(…)
»Es más difícil ganar una ciudad o un país que un título. El palmarés de cualquier técnico está en la Wikipedia, pero para conocer el de Marcelo Bielsa habrá que ir a Bilbao, Marsella, Leeds, Chile o Rosario. Otros tienen trofeos, él murales, estatuas y un estadio con su nombre».
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—Manu.