Este correo nunca existió
Museos sin luz, la eternidad de Better Call Saul, quema de libros, Babasónicos, Blanca Andreu se esfuma, vaqueros queer en las mesetas americanas. Y Joni Mitchell.
Hola, migajas cósmicas.
Siempre más vale tarde que nunca,
Estas ruinas que ves
Vivimos en un mundo atravesado por una pandemia, una guerra y las ilimitadas crisis que provocan ambas. Vivimos en la era de las ciudades privadas donde son las empresas las encargadas de generar todos los servicios e incluso recolectar impuestos. Es en China. Así funciona el caso en la tierra de Mao:
Después de Matrix, la idea de que vivimos en una simulación se ha vuelto uno de los lugares comunes de los sedientos de respuestas trascendentales. Uno de los motores de la ciencia ficción ha sido voltear al futuro para ver nuestro reflejo. Pero, ¿y si en realidad vivimos en el pasado?
En el pasado, dirían los burdos, sí estamos viviendo, en este retroceso del mundo hacia las cavernas —basta ver la caída en tiempo real de la república estadounidense y la proliferación de un internet cada vez más grotesco. En Líbano –me complace poder usar correctamente la siguiente palabra: literalmente– apagaron las luces del Museo de Beirut. Fue por la crisis energética que atraviesa el país y la región. Para los que andaban flojitos de metáforas:
¿Amanecimos pesimistas? No, diría Ta-Nehisi Coates: amanecimos realistas. Bienvenidos:
Fare thee well, abogado
Se terminó Better Call Saul, la mejor serie de la década 2015-2025 –así es, no hace falta ver lo que vendrá en los próximos tres años–. Nació como un pretexto para seguir vendiéndonos Breaking Bad después de Breaking Bad, pero terminó haciendo parecer a la serie de Walter White como una simplona telenovela narca. La verdad es que, más allá de los guiños y las referencias y los mentados easter eggs, por sí sola ya es una catedral.
BCS se promovió solita, con su fotografía, sus personajes, su guión, su ritmo y su furia, en una de mis series favoritas de todos los tiempos. Y, para los que me conocen, no suelo ser generoso con los elogios. Pero también creo que, más allá de mis gustos, totalmente insignificantes, le ha dado a la segunda época de oro de la televisión un fuerte contendiente para ser la mejor de su generación.
Acá pueden leer a Alan Sepinwall –el gran crítico de televisión y uno de los mejores conocedores de BCS– despidiendo la serie en la Rolling Stone. Muchas cosas se han dicho en YouTube y en los foros. Lo único que queda es recomendarla.
Posdata. NewsRadio predijo BCS:
Como pocas veces en la vida, el final –en realidad, la última parte de la sexta temporada– me dejó congelado. A veces triste, a veces eufórico. No se van a arrepentir. Pero una advertencia: si buscan que pasen cosas, si las tramas les interesan por el puro hecho de ser tramas, mejor sigan de largo.
En el diario de series que llevo sin ninguna disciplina, escribí: “Estupor”. Así me quedé, vagando un par de días con las imágenes del último capítulo rondando mi cabeza. Pero no es sólo el final, no se dejen apantallar. Durante seis temporadas la construcción de todo el universo es magnífica.
Rhea Seehorn y su Kim Wexler ya son historia grande de la TV. Bob Odenkirk, con Saul Goodman, por si hubiera dudas, también. ¿Cómo puede ser que me sienta así por dos estafadores de Albuquerque? Maldita ficción.
Documentos desclasificados
Conan explica el detrás de escena del chiste de la polilla, de Norman MacDonald, quizá el mejor chiste contado en un programa en vivo de televisión. Y quizá el mejor chiste existencialista de todos:
Las guerras culturales en EEUU están intensísimas. Acá un ejemplo de cómo los ultraconservadores (usualmente religiosos, casi siempre trumpistas) aprovechan la histeria de lo woke para avanzar su agenda radical en las escuelas. Anatomía de la prohibición de libros. El caso de Dakota del Sur, en el Washington Post.
“Babasónicos, tal como los vimos en los recitales de este viernes y sábado en su mejor nivel, demuestra que se puede evolucionar y crecer con dignidad, espíritu lúdico y salud mental. Y que ninguna revolución está demasiado lejos del baile. Entonces, la revolución siempre es la revolución de los cuerpos”, escribe Walter Lezcano en Ponele.
¿Cuándo desapareció la música de los elevadores?
«Al entender la esencia de su obra, una de las más importantes de la literatura estadounidense del siglo XX, Philip Roth (1933-2018) empezó a repetir en distintas entrevistas una frase del poeta polaco Czesław Miłosz que, a fuerza de insistencia, terminaría por apropiarse: “Cuando en una familia nace un escritor, la familia se ha acabado”», escribe Nicolás Mavrakis en La Nación de Argentina.
«A la contra de la expectativa de que internet iba a atender a una larga cola de intereses y que la diversidad de ofertas de contenido iba a dar lugar a una presencia “a la carta”, tenemos una suerte de concentración cada vez más habitual de los grandes temas, que eclipsan todo»:
El inoxidable Manuel Jabois escribe en El País el perfil de Blanca Andreu, la mejor poeta de su época que eligió la desaparición:
“Hace muchos años me llamó una periodista catalana y me confesó que sus amigos creían que estaba muerta. Me sentí halagadísima. Creo que no hay mayor elogio para un poeta”.
Escribe Manu:
"Un día, en época de exámenes, Andreu, estudiante gallega de segundo curso de Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid, tiró a la papelera todos los poemas que había escrito en las últimas semanas. Estaba exhausta. No había estudiado nada, y su obra la veía “horrorosa”. Un amigo suyo (¿Francisco Umbral? “Prefiero no decir el nombre de ese amigo”) pidió permiso para cogerlos y leerlos. La chica, pálida, delgada y guapa, le dijo que hiciese lo que le diese la gana.
Ese amigo leyó deslumbrado los poemas, los ordenó y les puso un título, De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall, para enviarlos a espaldas de su autora a uno de los premios de poesía en castellano más prestigiosos del mundo, el Adonáis, de Ediciones Rialp. (…) El poemario exhibe un surrealismo desatado e insólito en España entonces. Más de 40 años después, está considerado como uno de los libros capitales de la poesía en español.
Los vaqueros también son diversos. Una muestra de las fotos de Luke Gilford que muestran la variedad de los queer cowboys. Si les interesa, publicó un libro sobre el tema. Para ver el resto de fotos, acá está la liga de VICE.
Eso fue todo por hoy. Los veo pronto –ustedes mejor que nadie saben que el tiempo es relativo.
Mientras tanto, no dejen de ver el regreso triunfal de Joni Mitchell al festival de Newport, el más importante de música folk. Con sus amigos, en el sillón de su casa trasladado especialmente para el evento. Uno de los temas más lindos de siempre. Después de haber sufrido un aneurisma y luego de cinco décadas de ausencia:
—M.