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Javier Raya, in memoriam. Prohibir libros sí funciona. Odio que los videojuegos modernos sean todos difíciles. ¿Hasta dónde dejaremos llegar a las empresas?
Para Ernesto y Yolanda, que cumplen años,
Todo es acerca de un(os) libro(s)
Vivimos tiempos curiosos, tiempos en los que The Economist, la biblia liberal de Occidente, calificó al presidente estadounidense de tímido y le pidió que no solamente libere de las cárceles a aquellos que estaban presos por posesión de pequeñas dosis de marihuana –una buena decisión de Biden por cierto– y lo llamó, ojo con esto, a legalizar la cocaína. La guerra contra las drogas no estaría siendo todo un éxito.
Si alguna vez se sienten mal por algún rechazo laboral, recuerden que al Gabo García Márquez la revista New Yorker le rechazó un cuento un año antes de que el colombiano ganara el Nobel de Literatura. La carta:
¿Son las inteligencias artificiales uno de los monstruos del terror cósmico que describía Lovecraft en sus cuentos? Argumenta mi querido Noah Smith en Lovecraftian Intelligence, uno de mis analistas favoritos del año.
Por cierto, ¿vieron cómo cuando se prohíbe un libro o libros algunos salen a decir que por un lado es una buena noticia porque la prohibición es uno de los mejores anuncios publicitarios que se podrían tener? Pues The Atlantic explica por qué eso sólo sucede de forma excepcional, con libros muy famosos o escritores consagrados.
En el sur de Estados Unidos, la capital de la prohibición, un acto de este tipo liquida al autorx y a su obra. Funciona porque muchas veces nadie los conoce, nadie se entera de que prohibieron un libro, y el libro deja de leerse, deja de ser.
Hablando de libros, el libro más largo del mundo –físicamente el más largo jamás impreso– es imposible de leer, go figure. Tiene más de 21 mil páginas.
Se trata de la saga de manga One Piece. Las fotos son cortesía de JBE Books. Si a alguno de ustedes le interesa, ya no es posible comprarlo porque está agotado, pero costaba mil 900 euros. Algo así como 38 mil pesos mexicanos. Por un libro que no se puede leer de manera práctica. La época, les repito.
Y ya que nos estamos quejando: siempre he criticado que los videojuegos modernos son muy difíciles. En navidad del año pasado me compré el nuevo Spider-Man para la play 5 y la verdad es que es tan difícil que requiere demasiado tiempo de mi vida cuando lo que quería era una escapada de 30 minutos cualquier día de la semana para liberar estrés. Pero no, como dijo alguien sobre Terra Nostra de Carlos Fuentes, necesito una beca para poder dedicarme enteramente al empeño de acabarlo.
Freddie deBoer le dedicó un artículo a este tema. Propone, como me gustaría, que los videojuegos deberían “hacer menos”. Los tiempos de Mario Party son irrepetibles, y siempre hubo dificultades para todo –Resident Evil no es un juego para ocupar tu hora de la comida en el trabajo y The Last of Us merece todas las horas del mundo–, pero me gustaría volver a sentarme a jugar Pokemon unos minutos de vez en cuando y que lo peor que pase es que me duela el dedo de tanto picarle a los botones para que avance el diálogo.
Por si todavía tenían duda: que un gobierno sea autoritario no quiere decir que sean un gobierno efectivo. Mil planas. Y, ya metidos en el tema, hablemos de la deprimente militarización de México. Escribe Jacques Coste en Nexos:
Puesto de manera más sencilla: no hay una militarización de Calderón y otra militarización de López Obrador. Se trata, más bien, de un proceso histórico-político transexenal, con muchas continuidades y algunos cambios entre un gobierno y otro. El origen principal y el hilo conductor de este proceso es la inexistente transición a la democracia en las Fuerzas Armadas.
¿Sabían que las redes sociales murieron? Quienes estamos acá lo sabemos desde la caída de MySpace y la llegada de las fotos a Twitter. Pero Michael Mignano explica en qué tiempo vivimos: en la era de la recomendación. Es, como ustedes ya lo saben o lo han experimentado, cada vez más horrible:
Tomaremos menos decisiones explícitas (“estos son mis amigos”) y más implícitas (“a esto es lo a que el algoritmo me recomienda que le ponga atención”) sobre cómo, cuándo y por qué consumimos contenido.
Ah, también son los días en que Youtube prueba la paciencia de los usuarios y les pone hasta 10 (!!!) comerciales consecutivos. La idea es que pagues sí o sí su servicio. Netflix, por ejemplo, ya te cobra 99 pesos por pasarte comerciales en medio de las series y películas. Tal y como Scorsese soñó.
Autobombo. El otro día un sueño me dicto un cuento. Lo transcribí para ustedes en mi blog. Acá se puede leer: No buscaba a nadie y te vi.
May we meet again
En el inconmensurable octubre de 2022, el poeta Javier Raya, que además era uno de los tuiteros de aquel tiempo glorioso pre 2011 donde todo era pasto y aún no llegaban los conquistadores, murió. Era sobre todo un alma generosísima, que en su partida pude descubrir hasta dónde alcanzaban esos tentáculos adivinatorios y tarotistas: a cuántos nos habrá regalado sus palabras, no sólo las de sus versos, las de su riquísimo blog –Cuaderno de Raya–, sino también las de los mails, las de los DMs urgentes de otra época donde desconocidos y solitarios nos encontrábamos con otros iguales a nosotros aunque totalmente diferentes.
Encuentro un mensaje de 2011. Dudo sobre dedicarme a escribir –para mí, iba a ser el periodismo–, sobre si tengo lo que se necesita. Se lo consulto. Sus palabras fueron, más que recomendaciones, un espacio a cubierta de la lluvia de aquellos tiempos. Pocas veces volvimos a hablar. Creo que quizá haya sido aquella vez la única. Después cambié de cuenta, cambié de vida, pero siempre lo seguí en redes, siempre atento lector, que es el mejor de los elogios, el más silencioso pero uno de los más valiosos.
Su lectura de 2666 me llevó a descubrir a Bolaño, tarde como siempre, pero no tan tarde como para que apagaran la luz. Me acuerdo también de una vez que le preguntaron por sus versos favoritos y mencionó los de Abulcasím el Hadramí, un poema breve y feroz, un poema total de apenas una estrofa que culmina así: “Mis instrumentos de trabajo son la humillación y la angustia;/ ojalá yo hubiera nacido muerto”. Después descubrí que se trataba de Borges.
También le recuerdo haber leído una frase algo así como: a veces, un día azaroso, uno descubre a un poeta absolutamente desconocido pero de quien entiendes al leerlo que desde siempre ha sostenido con vida –y con su vida– a la poesía. Me imagino a los muchaches que les va a pasar –de eso no tengo duda– con Javier en los próximos años. Ante la muerte de un maestro Pokemon, del brillante sensei de la literatura ninja, un minuto de aplausos cerrados.
“Y si he nacido fue para regresar/ a ese fondo oscuro, donde habré de soñar/ definitivamente”, adiós, Rayita, se quedan tus versos y tus hijos y eso ya es muchísimo.
—Manu