Despiértenme a principios de septiembre
El 9-11, 20 años después. De Nueva York a Afganistán. El internet de los sentidos. La mansión de Cara Delevinge. ¿Plutón es un planeta? Y Agnès Varda.
Señoras y señores —perdón. Señoras y señoros. Ahora sí.
A veces no sé si saludarlos o ignorarlos y hablar conmigo mismo en esta larga hoja en blanco del internet. Asumo que les sucede lo mismo con este mail o con este post, depende de dónde y cómo se atrevan a leerlo, o a fingir que lo hacen.
Hoy, elijo desconocerlos. Por lo tanto: ¡Muy buenas, lectores ignorados!
Lo importante
Allá afuera, al parecer, pasan muchas cosas todo el tiempo todos los días. A veces hablamos de algunas de ellas aquí. A veces, decidimos ignorarlas, como a ustedes, olímpicamente.
Pero en esta edición es imposible no empezar por lo importante. Y lo importante es esto. ¿Alguna vez se han preguntado qué tan grande es la casa de un famoso? No uno clase b, de la televisión, o uno medianito que reconocemos pero nunca nos acordamos del nombre.
Hablo de un famoso. Pongamos, por ejemplo, el caso de Cara Delevinge. Debo ser sincero: todos creen que es una mala actriz. Yo difiero totalmente. “Valerian” me parece una película decente de ciencia ficción/acción. Además, me cae bien. A toda madre, dirían ustedes.
Pero a lo que iba. La casa de la modelo es, efectivamente, gigante. ¿Qué tanto? Delevinge usa un scooter –en México la traducción es hermosa: patín del diablo– para ir de la sala al comedor. Nada, eso quería que supieran.
Un soleado día de septiembre
El próximo sábado, 11 de septiembre, se cumplirán 20 años de la caída de las Torres Gemelas. Cada año desde 2016 leo esta tremenda historia oral de aquel día. “Somos el único avión en el cielo”, del periodista Garrett Graff en Politico.
Graff tuvo tal éxito con aquel reportaje tan detallado y emocional, a la vez íntimo y universal, que escribió un libro completo. “El único avión en el cielo: una historia oral del 9-11”.
Pero la recomendación de la semana, quizá del año, es el texto de la gran reportera Jennifer Senior, que es portada del mes en la revista The Atlantic, sobre una familia rota por aquel día soleado en Manhattan que significó la noche más oscura para el país de las barras y las estrellas.
Senior nos cuenta la historia de los McIlvaines, una familia normal, típica estadounidense, que perdió a uno de los suyos aquel martes sin pronóstico de lluvias y paisajes despejados en la capital del mundo.
Es una historia sobre perder a alguien muy querido: a un hijx, a un hermanx, a unx futurx esposx. Una historia sobre el duelo y las formas tan diversas que hay para procesarlo (o no).
“Siempre estamos inventando y reinventando a nuestros muertos”, escribe Senior, quien usa una metáfora del terapeuta que trató a la familia. “Imagínense en la cima de una montaña”, les dijo. “Pero todos ustedes tienen algún hueso roto y por lo tanto no pueden ayudarse entre sí. Cada uno debe encontrar su propio camino de regreso”.
Un texto sobre la memoria, sobre los recuerdos, sobre el día después de la muerte. Sobre sobrevivir. Sobre amar y sobre volver a vivir. “Lo que Bobby McIlvaine dejó atrás. Duelo, teorías conspirativas y la búsqueda de sentido de una familia en las dos décadas posteriores al 9/11”.
Estos temas se sienten dolorosamente actuales en medio de una pandemia que mató a más de 4.5 millones de personas en el mundo y, de acuerdo con estimaciones, a más de medio millón solamente en México.
Una de las consecuencias, que creo que muchos de nosotros hemos vivido en los últimos meses, son los funerales postergados. “Aquellos a los que se llevó la enfermedad se han ido, sus muertes se pueden verificar. Pero mucha gente que les sobrevivió, sin embargo, no ha podido marcar esas pérdidas con sus tradiciones habituales. Si algo ha conseguido el virus es la disrupción de nuestros rituales más antiguos”, escribe Elaine Godfrey también en The Atlantic.
Y es que ahora mismo el 11 de septiembre nos queda más cerca que nunca luego de la desastrosa salida de Estados Unidos de Afganistán, a donde fueron a hacer la guerra para matar a Osama Bin Laden –lo que les costó 10 años– y que le trajo la guerra más larga que ha lanzado aquel país en su historia.
En estas horas, las palabras en The New Yorker de Phil Klay, un marine veterano que ahora da clases en la Universidad de Fairfield, ofrecen un buen recuento de estas dos décadas bélicas:
Muchos de nosotros veteranos sentimos más de lo que admitimos públicamente. La voz en nuestra cabeza susurrando, Si tenías honor, te unías [al Ejército]. Ibas a hacer un mundo más seguro. A implantar la paz en países que han sufrido mucho, sin otro fin que el de servir, sin desear la conquista ni el dominio sobre otros. Nos dijeron que éramos los campeones de los derechos de la humanidad.
La próxima vez que volvamos a sentir eso, recuerden lo que forjó. El 9/11 unificó a Estados Unidos. Derrotó la división política, nos acercó, nos dió un sentido de propósito común tan ausente hoy en día. Y nada de lo que hemos hecho como nación desde entonces ha sido tan catastróficamente destructivo como lo que hicimos cuando nos sentíamos cautivados por el cálido resplandor de la victimización y sentimos que podíamos hacer cualquier cosa, juntos.
Y, en medio de tanto drama, una historia escondida como la mejor de las joyas en la peor de las minas. En la carrera para sacar de Afganistán a miles de personas en apenas unos días, el último judío en Kabul, la capital, se quedó en el país. Así lo decidió él. Lo cuenta a detalle el New York Post:
[Zebulon] Simantov se convirtió en el último judío en Afganistán tras la muerte de Yitzhak Levy en 2005. A pesar de que ambos vivieron en la misma derruida sinagoga, el desprecio que había entre ellos era de leyenda. Por años, los hombres se hablaban con insultos y regularmente se denunciaban el uno al otro ante las autoridades talibanas. En una ocasión, durante un periodo en la cárcel, su discusión era tan molesta que sus captores islamistas decidieron, simplemente, liberarlos.
El devorador de mundos
No quería cerrar con una historia deprimente, así que me lancé al espacio exterior, donde todo puede salir mal pero es bellísimo.
En el New York Times, Katherine Kornei cuenta la historia del equipo de expertos en astronomía que se prepara para la ocasión en que un meteorito se dirija hacia la Tierra y amenace con extinguirnos a (casi) todxs:
El pensamiento actual es diferente y no es la versión de Hollywood de usar una bomba nuclear. Por el contrario, la idea más actual tiene que ver con “darle un empujón” al asteroide en cuestión para poder desviarlo de su trayectoria.
“Un objeto significativamente más pequeño podría desviarlo, pero apenas desviarlo es suficiente”, dijo el Doctor Flynn.
Y un texto más, éste de Marina Koren, oootra vez en The Atlantic, sobre el planeta de Schrödinger. ¿Es Plutón un planeta? Por ahora no, pero muchos lo extrañamos:
Somos un montón de gente en una roca en el espacio intentando entender por qué otra roca en el espacio significa tanto para nosotros. Por supuesto que las respuestas no siempre van a ser pulcras. Más allá de las discusiones, todos con quienes he hablado están de acuerdo en algo: la cuestión sobre su calidad planetaria no tiene ningún impacto en la obviedad de que Plutón es un lugar fascinante para estudiar.
Más allá de lo que decidamos aquí en la Tierra, Plutón estará allá afuera, haciendo sus cosas, felizmente y sin darse cuenta de que algunos aliens unas cuantas rocas más allá se encuentran fascinados por su existencia.
La selección de la semana
“Hasta hace solo unos meses, esta titulada en Administración trabajaba de conductora de Didi, ahora tiene entre sus objetivos legislativos cambiar la Constitución para hacerla más inclusiva”. La historia detrás de María Clemente, primera legisladora trans en la Cámara de Diputados en México, en el diario El País.
¿Qué diría Don Draper del Ad Man creado con inteligencia artificial?
Seguro escucharon por ahí que el nuevo censo (se hace cada 10 años) en Estados Unidos concluyó que hay menos gente blanca allá. Es una verdad a medias esa afirmación. La realidad no es tan así.
Murió Don Everly. Larga vida a Don Everly:
¿Se acuerdan del internet de las cosas? Si no quieren que Puri Carpinteyro lxs regañe, lean este texto, porque ahora se viene el internet de los sentidos.
Las mujeres mueren más y se lesionan más en accidentes automovilísticos porque la seguridad de los carros está hecha para hombres.
Un fotógrafo del Times vuelve a la redacción vacía un año y medio después.
El último hombre en dejar Afganistán:
El CEO de Delta no le llama “la variante Delta de COVID” por obvias razones:
Qué se siente tener COVID cuando ya estás completamente vacunado, explicado en The Guardian por gente en sus veintes, treintas, cuarentas…
¿Cómo serían los pósters si existieran los viajes interestelares? Este proyecto de la NASA responde:
¡Gracias por leer! O al menos por scrollear hasta acá abajo para ver si había alguna promoción para pedir a domicilio con descuentos. No hay.
Pero si les gustó la entrega, hagan click acá para leer las ediciones anteriores. También puedes responder este mail con tus comentarios y propuestas. O, si prefieres, acá están mi Twitter y mi Instagram. No olviden compartir este mail o este post con la persona a la que siempre ven que pierde el tiempo en tonterías.
El gusto siempre es mío. Nos vemos muy pronto.
—Manu.