Dead is not the end
Matty Perry, la muerte de Bandcamp, Sarah Aziza sobre Gaza, la mentira de la meritocracia, Jon Fosse obras completas y los 81 años de Scorsese.
A Matthew Perry (1969-2023) le hubiera gustado ser recordado más por su ayuda a las personas con adicciones que por su papel en Friends. Pero fue gracias a Chandler Muriel Bing que algunos más nos salvamos también, de diferente manera. Y fue por su maldita culpa. Por sus chistes, por su ironía, por hacernos sentir profundamente identificados con el funny but sad guy in the room. Por sus fracasos, por sus otros fracasos, por su persistencia a pesar de ello. Así que, de alguna manera, se cumplió: Matty sacó del hoyo a mucha gente, de muchas formas, la mayoría sin estrépito. Por eso el dolor es tan cercano, supongo. I’m trapped in an ATM vestibule with Jill Goodacre! STTL, amigo.
“Ese hombre que construyó nuestro búnker nunca fue capaz de ver lo que vemos toda la gente que llevamos 25 años refugiándonos ahí”, Graciela Romero despide en su blog, Impecable y Diamantina, a “Matthew, Matty, mi amigo personal”:
No fue tímido para hablar de sus adicciones, de la envidia de ver a quienes no las tenían y podían disfrutar éxitos tan parecidos a los de él en vez de apalancarse de eso para hundirse más y más. Matemáticas de enfermos que son difíciles de entender, pero no te puedes poner a discutir con las ciencias exactas, José Luis.
Alan Sepinwall, el gurú de la crítica televisiva, recuerda en Rolling Stone que el poder de Chandler en Friends era tan portentoso que un capítulo donde Matty está adentro de una caja no le impide ser el alma del grupo, la estrella total del sexteto.
En estos tiempos también murió Louise Glück, quizá la mejor poeta en actividad que tenía Estados Unidos. Para despedirla, Mock Orange, uno de sus poemas más recordados, en la Yale Review. Y además uno de sus versos más conocidos:
«We look at the world once,
in childhood.
The rest
is memory.»
Caramelosraros
Un grupo de gente organiza un club de lectura y se reúne durante 28 (!!!) años seguidos para discutir el Finnegans Wake, la novela más rompedora de la historia. Joyce puro. Llegaron a discutir una página por mes.
“Un esfuerzo que se movía a contracorriente de los intereses de las compañías dominantes, en una industria tan agresiva como la de la música, tenía los días contados sólo por existir de esa forma”, escribe Atahualpa Espinosa en La Tempestad, sobre la muerte de Bandcamp, la utopía musical de nuestra época.
Martin Scorsese, con 80 años, acaba de estrenar Killers of the Flower Moon. Para mí, junto con The Irishman y la monumental Silence, constituyen la mejor no-trilogía del último medio siglo del cine americano estadounidense. Un perfil de uno de los directores más importantes de la historia.
Michael Clune escribe, desde su experiencia de exadicto, cómo es recuperarse tras la extracción de un diente. El texto, publicado en The Paris Review, brillante como siempre él, es a su vez el prólogo de su libro White Out, reeditado tras una década, donde cuenta cómo escapó de la indomable heroína:
Desarrollé una especie de joroba. El dolor no estaba en mi espalda. No estaba en mis extremidades, pero caminaba encorvado. El dolor incesante te hace agacharte. Te cansa. Puedes sentir que estás envejeciendo. Esos segundos y minutos que solías saltarte, ahora tienes que recorrerlos por completo.
César Morales Oyarvide escribe en Nexos sobre la mentira meritocrática, a partir del viral video de Victoria Beckham contando que eran de clase trabajadora en su juventud para que después Sir David la haga aceptar que su papá pasaba por ella a la escuela en un… Rolls-Royce:
A 20 años de la muerte de Elliot Smith, escribe Ezequiel Ambrustolo: “Si traer la verdad en un mundo de mentira es correr un velo y mostrar la carnadura del espíritu en todo su dolor y humanidad –perdón, pero necesito repetir esta palabra–, entonces yo quiero esa verdad, entonces para mí esa verdad no es dolor, es alegría. La alegría de Ser en un mundo de parecer”.
Si van a leer algo sobre el genocidio israelí en contra de los palestinos en la Franja de Gaza –y pronto en Cisjordania–, que sean los brutales Diarios del Apocalipsis de Sarah Aziza, en la revista Baffler:
Como palestina, me niego a imitar al opresor negando la humanidad de los fallecidos. Pero esta tristeza se encuentra dentro del cráter de la certeza de que el mundo seguirá rechazando a los nuestros. Es un abismo excavado por décadas de discurso en el que sólo sangran ciertos cuerpos. Dentro de este consenso, no hay despojo violento de nuestra tierra, ni forma aceptable en la que podamos resistir nuestras muchas muertes lentas e instantáneas. Rechaza el hecho de que durante décadas hemos enterrado a cientos de personas asesinadas por cada israelí asesinado. En esta mirada selectiva y occidental, sólo está nuestra barbarie, que debe ser brutalmente contenida.
“Escribir como si para eso hubiera que morir, escribir como si no hubiera más jueces: escribir para decirlo todo”, dice mi admirado Marcos Urdapilleta en este gran ensayo sobre la Gramática de la traición. “Para no romper el pacto de lectura, la autoficción supone la ruptura de un pacto anterior, extraliterario: por eso el último borde que se cruza cuando se escribe no ficción es el de los nombres reales, y este borde señala el límite de una traición que ya no es extraliteraria, que ya no es narrativa, no es argumental, sino escrituraria”.
Cada día que me despierto agradezco no haber transitado mi infancia ni mi adolescencia en la época de las redes sociales.
Un Nobel noruego
Jon Fosse, el dramaturgo, poeta y novelista noruego, ganó el Premio Nobel de Literatura este año. Me encanta la decisión.
Una entrevista con los editores en inglés de Fosse, una pequeña editorial de la bahía californiana.
Escriben Alex Shephard y Mark Krotov en The New Republic:
Para ser justos, las novelas de Fosse son como un sueño: son extrañas y tortuosas; los personajes se transforman dentro y fuera unos de otros; sus novelas a menudo constan de una sola frase. (Esto es cierto en cierta medida: generalmente son un montón de oraciones conectadas por conjunciones y puntuación, y tienen mucho diálogo).
Además, Fosse es más famoso a nivel mundial como dramaturgo; de hecho, tiene derecho a ser el dramaturgo vivo más reconocido del mundo, algo que probablemente será subestimado en los medios de comunicación en inglés en los próximos días.
El idioma de Fosse es notable en sí mismo: escribe en nynorsk, el más pequeño de los dos idiomas oficiales de Noruega, al que también ha traducido varios escritores, en particular Franz Kafka y James Joyce. Fosse es un “héroe nacional entre los hablantes de nynorsk”.
Y escribe Dustin Illingworth en The Nation: “En las ficciones místicas de Jon Fosse, la trama cuelga detrás de la conciencia como la cola de un cometa”.
Gracias –siempre– por leer. Se reciben comentarios, inquietudes, solicitudes, quejas, besos y recomendaciones.
—Manu.